Orden de la Naturaleza

Desde nuestra visión de la naturaleza, todo lo que existe tiene un orden y una función, establecidos desde la creación. Todos los elementos poseen una dimensión física y una espiritual, todo tiene vida, espíritu, fuerza, toda la naturaleza tiene la misma esencia de la Madre Jaba Sé.

Nuestro territorio ancestral es un documento que contiene los códigos que nos permiten leer el orden del tejido de la vida, por eso hoy en día para hablar con el mundo occidental, en su lenguaje y sus lógicas -ordenamiento territorial, uso y manejo de la “biodiversidad”, conservación-, nos basamos en el conocimiento y comprensión de cada elemento de la naturaleza, ya que son estos códigos los que nos indican su Origen, historia, orden y función. Sólo así sabremos usar bien el agua, la tierra, las plantas, animales, piedras, brisa, frutas, luz solar y podemos orientar el dialogo con otros, hijos de culturas y de tradiciones históricas diferentes a la nuestra.

Entendemos el orden del territorio como el orden en el cuerpo de las personas, cada cosa en su sitio, con un espacio y función, y todas las partes, interrelacionadas, hacen posible su buen estado. Cuando una parte se daña, cuando hay enfermedad, se afecta tanto al cuerpo como al espíritu. Hay partes del cuerpo –como de la naturaleza-, que pueden cortarse y nacen nuevamente (el cabello en las personas o los árboles en un monte). Pero hay otras que si se dañan o se sacan, el cuerpo muere. En nuestro territorio ancestral, hay muchos espacios sagrados y de ellos, algunos son vitales. Un daño allí afecta al territorio ancestral, desencadena efectos negativos en otros espacios y elementos de la naturaleza, y puede conducir al territorio a una infinita agonía hasta su muerte. Por ejemplo, las lagunas sagradas en el páramo, no se pueden tocar porque sería la destrucción de la Sierra misma, ya que ellas son el fundamento del agua de todo ese universo.

Por eso hay que cuidar siempre el cuerpo, limpiarlo, alimentarlo, protegerlo, para que se mantenga sano y produzca buenas relaciones, pensamientos, semillas, y hay que sanarlo cuando se hiere.

De la misma forma el territorio: hay que limpiarlo, alimentarlo, protegerlo para que no se causen daños, cuidarlo en su estado natural y sanarlo cuando ha sido afectado. Del cuidado del cuerpo, de los pensamientos y sentimientos, depende el cuidado de la naturaleza. Este es el deber del ser indígena original, guardián del cuerpo Sierra Nevada de Santa Marta, pero también es responsabilidad de toda la humanidad cuidar la naturaleza. Sus pensamientos influyen en la creación y mantenimiento de todo lo que existe. Lo que uno hace con uno, se refleja en el mundo que se habita. Pegar a la mujer es maltratar a las lagunas, los ríos, el agua. Maltratar a los niños y niñas es maltratar las semillas o los ojos de agua. El maltrato entre los hombres afecta los cerros, los árboles. Las peleas, los conflictos entre las personas, desencadenan energías (rayos, crecientes, terremotos) que nos afectan.

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